Australia posee una próspera economía mixta occidental, con una renta per cápita ligeramente superior a la del Reino Unido, Alemania y Francia, en términos de paridad de poder adquisitivo. La nación se encuentra en tercer lugar en el Índice de Desarrollo Humano llevado a cabo en 2005 por las Naciones Unidas, siendo superada sólo por Noruega e Islandia; ocupa el sexto puesto en el índice de calidad de vida de la revista The Economist (2005). En los años recientes, la economía australiana ha resistido el bajón económico mundial, lo cual se hace visible en el crecimiento de su economía doméstica y en el mantenimiento de los negocios y el consumo.
En la década de 1980, el gobierno de Bob Hawke comenzó un proceso de reforma económica al dejar flotar el dólar australiano en 1983 y desregularizar el sistema financiero.
Desde 1996, el gobierno de Hawke ha continuado el proceso de reformas microeconómicas, incluyendo la desregularización parcial del mercado laboral y la privatización de negocios del estado, notablemente la industria de las telecomunicaciones.
Una reforma sustancial en el sistema de impuestos fue implementada en julio del 2000 con la introducción del Impuesto de Bienes y Servicios del 10% del valor agregado, el cual ha reducido un poco la fuerte dependencia de los impuestos sobre los ingresos (renta) personales y de sociedades que aún caracteriza al sistema impositivo de Australia.
La economía australiana no ha sufrido una recesión desde comienzos de la década de 1990. Para abril de 2008, el desempleo era del 4,1%.
El sector terciario de la economía, incluyendo turismo, educación y servicios financieros, comprende el 69% del PIB. La agricultura y la explotación de los recursos naturales comprenden el 3% y el 5% del PIB respectivamente, pero contribuyen sustancialmente en las exportaciones nacionales. Los mercados de exportación más importantes para Australia incluyen Japón, China, los Estados Unidos, Corea del Sur y Nueva Zelanda.